De Samhain a Halloween, el origen de las calabazas talladas.

De Samhain a Halloween, el origen de las calabazas talladas.

¿Sabéis por qué se tallan calabazas en Halloween? Vamos a hablar de cómo la fiesta celta de Samhain se convirtió en lo que celebramos hoy.

Samhain significa en gaélico «fin del verano». Para los celtas esta festividad representaba la muerte de las cosechas, el momento más oscuro del año y la llegada de lo más crudo del invierno. No se sabe a ciencia cierta en qué fecha exacta se celebraba, pero es posible que fuese del 5 al 7 de noviembre, entre  el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno, y muy probablemente las fiestas se alargarían durante varios días.

Para los celtas estas noches eran peligrosas, ya que la frontera entre el mundo de los vivos y el de los espíritus  se debilitaba, lo que hacía posible que estos últimos entrasen al mundo de los humanos, no siempre con buenas intenciones. Se cree que la idea de usar máscaras y disfraces era una estrategia para engañar a criaturas hostiles. Precisamente, la costumbre de tallar calabazas, está ligada a la idea de protegerse contra influencias malignas. Evidentemente los celtas no tallaban calabazas, ya que es de origen mexicano, sino nabos. Colgar estas lamparitas en las puertas de las casas, o llevarlas encima cuando salían, les protegía contra el mal.

Fijaos que no he hablado en ningún momento de muertos o almas, los celtas no pensaban en el regreso de los difuntos, sino en los sidhe, los pueblos feéricos que habitaban bajo tierra y que celebraban estas fiestas visitando el mundo de los mortales. Durante estas fechas las hadas podían interactuar con los humanos, por ejemplo, tomando maridos y esposas mortales (con los que tener hijos sanos). También durante estas noches dejaban abiertas y a la vista sus grutas llenas de tesoros para tentar a los visitantes humanos. Y celebraban bailes y banquetes en los que cualquiera podía participar, pagando eso sí, un alto precio. Los humanos «tocados por las hadas» nunca volvían a ser personas normales, podían sufrir enfermedades terribles, enloquecer e incluso morir. Los celtas sentían mucho respeto (más bien terror) hacía la “Buena Gente” o “Los Buenos Vecinos”, y les dejaban comida en las puertas de las casas y en las encrucijadas de los caminos para impedirlas entrar en los hogares o llegar hasta poblaciones humanas y de paso, mantenerlas contentos. Las manzanas, la miel y la leche eran ofrendas muy habituales.

¿Entonces como pasamos de los nabos a las calabazas y de los sidhe a los muertos? Gracias al cristianismo.

Irlanda se cristianizó entre los siglos V y VI. Tres siglos más tarde, en el año 615, el Papa Bonifacio IV transformó un panteón grecorromano (templo dedicado a todos los dioses) en una iglesia cristiana, dedicada a «Todos los Santos». La fiesta se celebraba el 13 de mayo pero Gregorio III cambió la fecha al 1 de noviembre, que era el día de la «Dedicación» de la capilla de Todos los Santos en la Basílica de San Pedro. Después su sucesor, Gregorio IV, la convirtió en una fiesta para toda la cristiandad. Dicha fiesta empezaba el 31 de octubre con una vigilia. En los pueblos anglosajones a esta preparación del 1 de noviembre se la llamó «All Hallow’s Eve» (víspera de todos los santos) y aún conservaba muchas de las reminiscencias celtas, entre ellas las lamparitas hechas con nabos.

Estas nuevas creencias cristianas cambiaron el mundo subterráneo de las hadas, por el infierno y a los sidhe por almas en pena y demonios. Las lamparitas ya no se usan para alejar a los pueblos feéricos, sino a las almas en pena. Para el mundo anglosajón la más famosa de todas ellas es Jack´O Lantern. Se siguen preparando comidas especiales, entre ellas las manzanas de caramelo, herederas de esas que se dejaban para apaciguar a los espíritus. En el siglo XIX, tras la gran hambruna de la patata, muchos irlandeses emigraron a EE. UU. llevando hasta allí sus creencias. No tardaron mucho en descubrir que las calabazas son más fáciles y más baratas de esculpir que los nabos, y que además el interior se puede cocinar, dando origen a muchas delicias culinarias.

Así que ya tenemos a los celtas convertidos en cristianos, los nabos dando paso a las calabazas y a las hadas disfrazadas de fantasmas. Pero no os confiéis demasiado, nunca se sabe lo que puede estar tramando la Buena Gente.

 

By | 2018-10-31T16:39:17+00:00 octubre 31st, 2018|Uncategorized|0 Comments

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